8/9/13

Literatura y fiereza

Aquí sigo en mi camino, tan rojo y tan transparente a la vez. Tan solitario a partir de las cuatro de la tarde, con el sol en la cabeza. Tan pisoteado y sin embargo tan bonito.
Aquí sigo en mi camino, con mi cabeza sobre los hombros y mi corazón a cuestas. No tengo ni puta idea de cómo me las arreglo, pero suelo estar de pie aunque necesite estar bocabajo sobre el suelo. A veces me late bien, a veces no, y resbalo y me sudan las dos manos y me digo sin querer que ya no puedo.
La gente... Esa especie que venció a los dinosaurios pero ahora teme a los perros.
Voy con su juicio hiriente, entre costilla y costilla las señales amarillas de su afilado tridente, su insulto repetitivo colgándome de la boca, su veneno acicalado entre la fosa nasal y la cuna de los dientes.
Y en mi otra mitad, mi suerte.
Las personas... Esos animales bípedos y crueles que no respetan su propia casa, que se hacen a sí mismos miserables con tal de no volver tarde y con la blusa manchada.
Quisieron crucificarme por no venderme al contado, no responder con lo mismo, no devolver el bocado.
Se ríen de que no me rindo y no me ven cuando lo hago.
Se burlaron de los libros y echaron canas leyendo horóscopos caducados.
Y admito que he temido bajar las escaleras, pero también he escalado cimas que ellos no querrían mirar ni en fotos siquiera.
Y acepto que no me quieran.
Y he luchado sorprendiéndome a mí misma y a costa de que me duela. Luchar de verdad, en cueros, no con el flotador puesto al lado de la escalera. Doler de verdad, en cueros, no con la almohada en la espalda por si la inercia sacude mi calavera.
Lo reconozco, hay veces en que he temido bajar la acera. Hay veces que el miedo ha sido mi oscuridad y mi  vela, y le debo odio y castigo, literatura y fiereza. Pero -y el "pero" es grande-, aunque vomitase el vaso que otras personas nadaron, también buceé más hondo, en mar abierto y a fuerza de mi pulmón y mi mano, de lo que muchos -y el "muchos" también es grande- ni siquiera imaginaron.
No se habían atrevido y lo hice yo. Que me quiten lo nadado.
Que tiren de lo que anclé, que comenten y critiquen sobre qué hago mal y no. Seré una revista más que ojear en el lavabo.
Tengo esa falta y es grave, ese defecto en la sangre: respeto más al león, a pesar de sus errores y de su carácter crudo y peleón, que al gato que chupa tiras lamiosas de jamón york y que jamás ha luchado.
Prefiero el cero, el vacío, gatear a oscuras, sentir el frío.
Los que hoy duermen algún día despertarán y verán que han comido y han besado, que han invertido y gastado, que han conocido y han olvidado. Pero que nunca han vivido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario