5/9/13

El abrazo

Me desperté en mitad de la noche asqueada y deseando no volver a escribir. Lo que una falta se cobra y una pide por defecto, no se espera a que aparezca por pura suerte lo que le sobra.
Había una calle larga como todas las de aquí, sevillana, y un calor de esos que cuajan los pies. 
Sin prisa ni empeño por pelear ya nunca más, con nadie más, cerré los ojos, dejando caer al ser humano asqueroso, brillante y desconsolado, atormentado y ruidoso, sobre el cojín del sofá. 
Me huele a veneno y fruta. Nunca Jamás. 
Me atrae ya sólo esa letra que te cuelga del extremo del cigarro. 
Ojos de melocotón, tumbado sobre las piedras.
Decir que te echo de menos es como decir que estamos subidos en una bola de color azul y verde que da vueltas por inercia sin llegar a marear.
Me acerqué con mi cerveza que me supo ya caliente, y dijiste "estoy aquí", y yo fingí con ganas falta de interés diciendo "no te había visto." Pero te vi.
Y me fuiste a dar dos besos, y me aparté de tu brazo pero lo toqué de lejos, como de paso. Y te dije con los ojos que te quería abrazar, y me dijiste "pues ven."
Como el daño que se queda cuando el resto ya se ha ido. 
Y te abracé.
Con el corazón en chándal pero siempre bien peinao, con la cabeza bien alta y el deseo desordenao, la canina reluciente tumbadita en la balanza pero el labio descolgao, los pies de frente, el alma ardiente, pero el iris empapao. 
Me sabe a sangre la lengua y a sal gorda la pasión, a desconfianza la vida y a rugidos de tristeza todo lo que se parezca a una canción.
Me acosté siendo muñeca de cristal, soñé sólo por soñar, y amanecí siendo un trapo con pendientes y zapatos de tacón.
Te di el abrazo, lo di, no me lo puedes quitar. 
Si fue mentira no importa, es parte de una versión. Tú sabrás lo que es perderme, pero lo que fue perderte, lo que es perderte, lo que es, solamente lo sé yo.
Apreté las uñas fuerte hundiéndolas en tu espalda, y por un momento juro que olvidé que estaba dentro de un sueño, y juro que me dio igual, que no me importó siquiera. No existió odio ni perdón, sólo el suelo porque habríamos volado, sólo un cielo de cartón sujeto por cuatro clavos, sólo un abrazo, un toldo blanco y el sol.
Como si algo en la corteza cerebral entendiese solamente sobre amor. 
Como si no me importase algunas veces el daño. 
Como si la decepción
con todo lo que desgarra
lograse doler a veces 
menos que el pasar latente 
de los años.
Me hacías falta, lo sabías.
Me sabe a sangre la lengua y a sal gorda la pasión.
Me acosté siendo muñeca de cristal
soñé sólo por soñar
y amanecí siendo un trapo 
con pendientes y zapatos 
de tacón.

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